sábado, 10 de agosto de 2013

Post-Erasmus Depression

Ya está. Se acabó. El momento más temido por todos aquellos que hemos pasado un año de nuestras vidas en una ciudad extranjera, rodeados de amigos de todos los rincones del mundo, recorriéndonos media Europa y con más tiempo con una cerveza en la mano que con un libro, ha llegado. Se nos acabó la Erasmus, se nos acabó la experiencia de nuestra vida. Y no, no va a volver. 




¿Depresión Post-Erasmus? Bueno, así la llaman pero yo no sé si realmente la tengo, o si es una depresión propiamente dicha. Obviamente las experiencias son totalmente distintas para cada persona que las vive, algunos estaban deseando volver a su país, yo quería que Heidelberg fuera mi país para no tener que abandonarlo jamás.

Esa depresión como la llaman, en mi opinión, no es una depresión tal cual; es tener la sensación más extraña, y única también, mientras ves por las ventanas del autobús que te estás despidiendo de la ciudad y del país, cuando el avión despega. Y no somos, o no queremos ser, conscientes de ello. 

Esa depresión consiste en no saber dónde estás, cuando a la mañana siguiente te despiertas en tu cama de toda la vida, en la habitación a la que considerabas tu hogar hasta hace un año. Consiste en saber que probablemente no vas a volver a ver a muchas de las personas a las que has conocido durante este año, y que a las que veas, será en situaciones esporádicas, pero no vivirás con ellas el día a día, ni comeréis juntos en la Mensa, ni haréis juntos la compra semanal, ni quedareis para salir, o, en los menores casos, para ir a la biblioteca a estudiar. Consiste en sentir que al principio no encajas, que has cambiado con esta experiencia, y que en cierto modo, has madurado bastante. También sientes que es algo que tienes que guardar para ti, que podrías decir miles de cosas acerca de todo lo vivido, de la gente a la que has conocido y de los lugares que has visitado, y que probablemente nadie sería lo suficientemente empático como para poder empezar a entender lo que sentiste, y lo que todavía sientes. Es una experiencia tan personal que por eso, cuando te preguntan como te ha ido, solo respondes con un "muy bien, ha sido el año de mi vida" y que solo podrás hablarlo con aquellos que la vivieron contigo. Consiste también en no poder criticar a gusto por las calles, porque todo el mundo te entiende, en decir adiós a los kebabs del Sahara, a no volver a ir a la Mensa a comer y saber que allí te encontrarás con alguien, a volver a escuchar canciones en español en las discotecas y en muchos pequeños detalles más que hacían que considerases a tu ciudad como tu hogar, aunque supieses la fecha exacta en la que eso se iba a acabar. 

Consiste en saber que no te da pena abandonar la ciudad, ni decirle adiós a la gente; sabes que el lugar estará allí para siempre, y podrás visitar, si se quiere y se puede, a las personas que quieras. Te da pena decirle adiós a la experiencia en sí. 

Sin embargo, también consiste en ser recibido con los brazos abiertos; volver a ver a aquellos amigos a los que hacías meses que no veías. A comer la comida de mamá, o irte de tapas. A poder bañarte en la playa o en la piscina de nuevo. A no tener frío, ni ver como llueve un 15 de Julio. A volver a ver los lugares de siempre, y pensar que, en cierto modo, también echabas de menos todo esto. 

También consiste en saber lo que te ha hecho cambiar y madurar; ya no eres la misma persona que se fue hace casi un año. No solamente has descubierto cosas acerca de ti mismo que no siquiera sabías, sino que puedes sobrevivir un año entero en un país extranjero; tanto como para empadronarte, buscar piso o abrir una cuenta bancaria en alemán. Y que no hay que tenerle miedo, pues no es para tanto. 

Pero la Erasmus se acaba, y si no supieses que se tiene que acabar, no se disfrutaría ni la mitad. A todos nos encantaría que la Erasmus fuera permanente, pero entonces no sería lo mismo, y lo sabemos. Todo lo bueno tiene que acabar, y como se dice; lo bueno, si breve, dos veces bueno. 

Y como me han dicho durante estos últimos meses: Erasmus once, Erasmus forever.

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