Hace una semana se cumplieron ya dos años desde
que volví a Heidelberg; dos años desde que comencé mi Erasmus en Alemania: una
experiencia maravillosa, increíble y única. Una experiencia de la que aprendí
muchísimo y que, como todo, tuvo que acabar. Desde que regresé pensé que jamás
en mi vida podría volver a vivir algo sumamente parecido o que incluso pudiera comparársele.
Me equivocaba, y mucho.
Hace ya un mes llegué a la ciudad de los
tranvías, de los bohemios, de Saramago y Pessoa, de los miradores y de los
pastelitos de Belém. Hace ya un mes que pisé Portugal por primera vez y, al
igual que me ocurrió en Alemania, para quedarme. Desde entonces, Lisboa se ha
convertido en una ciudad que, tal vez por su belleza o tal vez por las personas
que hay en ella, me ha ido conquistando poquito a poco. Se ha convertido en una
ciudad totalmente mágica.
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Vistas de la ciudad desde el Castillo de San Jorge |
Aquella burbujita aislante de la realidad que se
crea en estas circunstancias, que se rompe cuando tienes que volver a lidiar
con el mundo real y que te hace totalmente feliz durante al menos nueve meses
ha vuelto a apoderarse de mí. Desde el primer momento que pisé la ciudad, llegué
a mi nuevo piso, conocí a los que ya vivían aquí y recibí un whatsapp de una
desconocida para quedar todo ha ido mejorando, y de qué manera. Sin embargo,
esta nueva experiencia que me ha hecho dejar Sevilla (¿para siempre?), comenzó
paradójicamente por marzo, cuando una de las mejores me dio el empujón que
necesitaba para echar una solicitud que ha derivado en una de las mejores
experiencias de mi vida (2.0) y que continuó con un e-mail en junio que me hizo
plantearme demasiadas cosas en un muy corto espacio de tiempo. Desde el principio
hubo muchísimas dudas y, por qué no aceptarlo, miedo; Heidelberg había dejado
el listón demasiado alto y las comparaciones son odiosas. Pero por esa misma
razón y aunque en numerosas ocasiones las comparaciones sean inevitables, mejor
no realizarlas y disfrutar de esta nueva experiencia que se me ofrece.
Lisboa es, como he apuntado antes, una ciudad
mágica y totalmente bohemia. No es extremadamente grande para ser una capital y
parte de su encanto reside en eso. La ciudad donde el suelo es la principal
fuente de ingreso de los calceteiros,
tiene rincones tan maravillosos como estos:
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Monumento ecuestre al rey Joäo I |
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Típico tranvía de la ciudad |
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Monumento al poeta que da nombre al barrio de Chiado |
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Desembocadura del Tajo, con el puente 25 de Abril y el Cristo Redentor |
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Monumento a D. Pedro IV en la Praça do Rossio |
Sin embargo, lo que siempre hace de la Erasmus una experiencia
inigualable para toda aquella persona que la vive no solo es la ciudad a la que
su universidad le ha mandado, sino también las personas a las que, por pura y
mera casualidad, le ha tocado conocer. En mi caso, aquí residía mi mayor miedo
después de los grandes amigos que me llevé de Alemania; un miedo totalmente
superado. Al igual que en mi adorada Heidelberg, y aquí se muestra las
comparaciones inevitables, he conocido en muy poco tiempo a personas
maravillosas; la mayoría de ellos son Erasmus como tú y viven la misma
experiencia, otros son unos compañeros de piso que te acogen con los brazos
totalmente abiertos. Sea como fuere, todos ellos te hacen sentir como si se
hubiera formado una familia portuguesa.
En muy poco tiempo hemos hecho una gran cantidad de cosas;
desde conocer Lisboa todos juntos (y aún tenemos una gran lista pendiente de
sitios por descubrir), hasta ir a la playa, surfear y pasar un magnífico fin de
semana rural en Sintra.
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Subida al Castillo |
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Subida al Castillo 2.0 |
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Día en Belém |
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Tour por la ciudad |
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Tour por la ciudad 2.0 |
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Casa de Punky Brewster en Sintra |
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Sintra |
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Sintra 2.0 |
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Postureum Maximun |
Además, en este corto espacio de tiempo ya he tenido dos visitas. La primera no es una propiamente dicha pues mis padres fueron quienes me trajeron y con ellos descubrí parte de la ciudad. Más sorprendente aún fue la llegada de una vieja amiga que vino de manera totalmente inesperada el fin de semana de mi cumpleaños, con tarta incluida.
Hecha ya mi primera crónica de este primer mes y con muchos y geniales planes por delante no me despido sin enseñar quiénes son los verdaderos protagonistas de esta Erasmus y sin los cuáles esto no sería ni la mitad de perfecto de lo que ya es:
Agradecimiento especial a Cristina Aizpuru, por ser quien me pidió continuara dando el coñazo por estos lares.
Boa noite!