domingo, 12 de octubre de 2014

Mr. Fahrenheit em Lisboa

Hace una semana se cumplieron ya dos años desde que volví a Heidelberg; dos años desde que comencé mi Erasmus en Alemania: una experiencia maravillosa, increíble y única. Una experiencia de la que aprendí muchísimo y que, como todo, tuvo que acabar. Desde que regresé pensé que jamás en mi vida podría volver a vivir algo sumamente parecido o que incluso pudiera comparársele. Me equivocaba, y mucho. 

Hace ya un mes llegué a la ciudad de los tranvías, de los bohemios, de Saramago y Pessoa, de los miradores y de los pastelitos de Belém. Hace ya un mes que pisé Portugal por primera vez y, al igual que me ocurrió en Alemania, para quedarme. Desde entonces, Lisboa se ha convertido en una ciudad que, tal vez por su belleza o tal vez por las personas que hay en ella, me ha ido conquistando poquito a poco. Se ha convertido en una ciudad totalmente mágica. 

Vistas de la ciudad desde el Castillo de San Jorge

Aquella burbujita aislante de la realidad que se crea en estas circunstancias, que se rompe cuando tienes que volver a lidiar con el mundo real y que te hace totalmente feliz durante al menos nueve meses ha vuelto a apoderarse de mí. Desde el primer momento que pisé la ciudad, llegué a mi nuevo piso, conocí a los que ya vivían aquí y recibí un whatsapp de una desconocida para quedar todo ha ido mejorando, y de qué manera. Sin embargo, esta nueva experiencia que me ha hecho dejar Sevilla (¿para siempre?), comenzó paradójicamente por marzo, cuando una de las mejores me dio el empujón que necesitaba para echar una solicitud que ha derivado en una de las mejores experiencias de mi vida (2.0) y que continuó con un e-mail en junio que me hizo plantearme demasiadas cosas en un muy corto espacio de tiempo. Desde el principio hubo muchísimas dudas y, por qué no aceptarlo, miedo; Heidelberg había dejado el listón demasiado alto y las comparaciones son odiosas. Pero por esa misma razón y aunque en numerosas ocasiones las comparaciones sean inevitables, mejor no realizarlas y disfrutar de esta nueva experiencia que se me ofrece.

Lisboa es, como he apuntado antes, una ciudad mágica y totalmente bohemia. No es extremadamente grande para ser una capital y parte de su encanto reside en eso. La ciudad donde el suelo es la principal fuente de ingreso de los calceteiros, tiene rincones tan maravillosos como estos: 

Monumento ecuestre al rey Joäo I

Típico tranvía de la ciudad

Monumento al poeta que da nombre al barrio de Chiado

Desembocadura del Tajo, con el puente 25 de Abril y el Cristo Redentor

Monumento a D. Pedro IV en la Praça do Rossio
Sin embargo, lo que siempre hace de la Erasmus una experiencia inigualable para toda aquella persona que la vive no solo es la ciudad a la que su universidad le ha mandado, sino también las personas a las que, por pura y mera casualidad, le ha tocado conocer. En mi caso, aquí residía mi mayor miedo después de los grandes amigos que me llevé de Alemania; un miedo totalmente superado. Al igual que en mi adorada Heidelberg, y aquí se muestra las comparaciones inevitables, he conocido en muy poco tiempo a personas maravillosas; la mayoría de ellos son Erasmus como tú y viven la misma experiencia, otros son unos compañeros de piso que te acogen con los brazos totalmente abiertos. Sea como fuere, todos ellos te hacen sentir como si se hubiera formado una familia portuguesa. 





En muy poco tiempo hemos hecho una gran cantidad de cosas; desde conocer Lisboa todos juntos (y aún tenemos una gran lista pendiente de sitios por descubrir), hasta ir a la playa, surfear y pasar un magnífico fin de semana rural en Sintra. 

Subida al Castillo

Subida al Castillo 2.0

Día en Belém

Tour por la ciudad

Tour por la ciudad 2.0

Casa de Punky Brewster en Sintra 

Sintra

Sintra 2.0

Postureum Maximun



Además, en este corto espacio de tiempo ya he tenido dos visitas. La primera no es una propiamente dicha pues mis padres fueron quienes me trajeron y con ellos descubrí parte de la ciudad. Más sorprendente aún fue la llegada de una vieja amiga que vino de manera totalmente inesperada el fin de semana de mi cumpleaños, con tarta incluida. 






Hecha ya mi primera crónica de este primer mes y con muchos y geniales planes por delante no me despido sin enseñar quiénes son los verdaderos protagonistas de esta Erasmus y sin los cuáles esto no sería ni la mitad de perfecto de lo que ya es: 


Agradecimiento especial a Cristina Aizpuru, por ser quien me pidió continuara dando el coñazo por estos lares. 

Boa noite! 

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